LA LENTA RECUPERACIÓN DEL CUERPO (Prólogo de Francesca Gargallo para versión castellana)
Anahí Celeste Cao Cileiro aprendió de Kropotkin que la vida es y no sigue leyes, de modo que fue a buscar la savia en su propia historia y se encontró con la humedad primordial, madre del agua y de la tierra, del primer grito y del deseo. Ahí se manifestó el mundo de donde brotan tanto ella como su necesidad de expresarse en la lenta recuperación de los cuerpos.
Poeta que se ha construido en la reflexión sobre sus actos y percepciones, la sed de abrazos y el hambre de luz que se perciben e el constante volver al origen de la vida, a la comprensión del misterio del ser y estar en la tierra y la masa de Anahí Celeste Cao Cileiro revelan que es la poseedora de una extraña libertad. De ninguna manera de una autonomía despreocupada, sino de una condición preexistente a la afirmación, una especie de albedrío sin remisión y sin embargo sofocado, que necesita manifestarse desaprendiendo, despojándose del esperma y la regla masculina. La voz poética regresa así a lo azul del aire, una imagen tan reiterada como inmediatamente perceptible, y la poesía se entrega a una letra sin calificativos, aunque dispuesta a la solidaridad.
“El Cuervo blanco” es, por lo tanto, un poemario de versos sin orden poético que crea y recrea la pulsión libertaria del amor, la mojada razón de la vida plena.
Anahí Celeste Cao Cileiro ha soltado más que la fantasía en su extensa balada al sucederse de temblores de tierra, brisas, fuegos y dolores. Ha contenido las ansias y sus deseos de hundirse en la muerte que devora el cuerpo de los vivos. Si las imágenes en este libro recurren a pocas metáforas, por lo demás elementales, es porque se afirman en la evocación y las sensaciones que alimentan los cantos chamanicos. Pareciera que al escribir su mano necesita del calor que ilumina, comprendiendo la fiebre y la ternura. Como en los rituales que evocan los elementos primigenios. “El Cuervo blanco” apela al ritmo de la enunciación y a reminiscencias simples, inmediatas. Lo elegiaco de estos poemas sin versos reside en las afirmaciones por imágenes. Las evocaciones desenganchan el miedo al amor del muro de las convenciones, desacoplan las rimas, liberan las representaciones del deseo construido a partir de las etiquetas literarias. Si bien las figuraciones son reconocibles, la poesía de Anahí Cao apela a una celebración de la vida mas que a un ritual repetitivo. Recuperar efigies y turbaciones para contrarrestar la violencia perdida de sentidos que acompañan el actual correr del tiempo y el despojo.
Estrofas de un cuerpo que arde, de toses que desean la fluidez del aire, de momentos contrastantes y de una vida sin remedio.
Reparaciones y descansos después de tocar los límites. Obviedades del amor de madre y de hija, centrales totales construcciones de otra emotividad que la convenida. “El Cuervo blanco” late, tiembla y se expresa en himnos a las palabras pronunciadas entre experiencias y conmociones. Como la memoria y su cavidad de sueños profundos.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.