Mapuchería
Fisico
Mapuchería
Aquí una parte de su introducción: Organizando este poemario biográfico siento que son muchas las vidas que he vivido en esta sola existencia. Así es, nunca he sido la misma, cada año, cada paso, me llenaba de cosas nuevas que me modificaban. Lo que se modifica, lo que cambia, al fin y al cabo, entiendo hoy que es la única verdad estática. Entonces, muté. Cada vez que pude cambié. Cambié de peinado, de ropa, de pensamiento. Cambié conceptos, cambié la forma de abordar mis amistades, mi familia, cambié mis drogas, mis salidas, cambié los amores, cambié los besos, los géneros, cambié de religiones, de creencias, de historias, de mitos, cambié el crucifijo por el tai chi, cambié la estabilidad establecida, cambié de trabajos, de barrios, cambié mi propio modo de producción, mi sostén, mis libros, mis poesías, cambié. Y es por esto que me pregunto si la identidad, esa cosa estática, es parte de nosotros o es una construcción para establecer un papel en este mundo. Esta identidad que porto hoy es muy distinta a mi niñez, adolescencia y hasta parte de mi adultez primera. Mapuchería es un recorrido poético, donde se desenvuelven las dudas, las preguntas y los cambios. Escribir siempre fue la primera y última opción. Escribir desde pequeña los sueños y las pesadillas, escribir relatos sinuosos, parte de una realidad que se presenta sin explicaciones. La personificación de una masa de agua que cambia de tonalidad y sabor a cada milímetro nuevo de tierra explorada, pero que en sí, sigue siendo agua, suave, adaptable y devastadora. De los 38 años que llevo en esta vida hasta de nombre he cambiado, pero cada pizca de luz que se imprimió en mi aura, todas forman parte del hoy, desde las anécdotas más descabelladas hasta las acciones cotidianas. La vida en la gran urbe metropolitana, centro de tranzas y peligros, de gente incorrecta y acciones incorrectas, como hacerle dedo al colectivo, línea 172, para que me lleve gratis a casa a los 11 años, hasta las charlas con los adolescentes que vagaban por el terreno de mi primaria donde le compraban porro y merca a la chica en la esquina, la enferma de yasabesqué. Lo cotidiano. La vida misma. Nacida y criada en un remolino de experiencias. Y ¿quién era yo en ese entonces?  
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