El maricón de los chilenos
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El maricón de los chilenos
La voz en primera persona es la que utiliza el autor para contar su historia familiar donde se entrecruzan: el exilio de sus padres de la dictadura chilena, con la historia de un homosexual de la ciudad de Bahía Blanca -perseguido por las fuerzas de seguridad- acusado de formar parte de una red de espionaje. Esta historia es una ficción imprescindible porque es un homenaje a las maricas perseguidas y desaparecidas del período 1976/83 en Argentina. A casi 45 años de la última dictadura militar, Cristián Prieto se zambulló en las fojas policiales, en los testimonios judiciales y en la idiosincrasia chilena para armar esta trama donde confluyen los agentes de inteligencia infiltrados, que consumen sexo de taxi boys en los años setenta y sus propias citas en las aplicaciones gays en pleno verano bahiense. “El trauma familiar es parte del trauma histórico y el trauma colectivo y al mismo tiempo de la voz marica que no aparece en los registros históricos, de la voz del maricón de los chilenos. La multiplicidad de registros, las formas, los fragmentos (por ejemplo, no es casualidad que aparezcan las canciones de Camilo Sesto), confluyen en un texto literario con una estructura que te atrapa y no te suelta hasta que lo terminás.» Prólogo de Facundo Nazareno Saxe
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Fichados
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Fichados
El investigador es autor y narrador, enlazando su vínculo eclesiástico con pasiones eróticas, militancia y persecución estatal. Este es el puntapié de un importante trabajo que enlaza el afecto, la disidencia sexual y la persecución de la DIPBA, así los Reportes, son personas y protagonistas. Fichados son relatos que forman mosaicos de tramas donde se encuentran la película Je t’ aime, moi non plus, la referencia al anarquista Kurt Gustav Wilckens investido en el hermoso alemán John Lyon, los boletines de la revista Somos del Frente de Liberación Homosexual y las maricas refugiadas en el Tigre y sus fiestas, las teteras de las estaciones de tren y una madre que busca a su hijo (ella no militará su desaparición, la pederastía es más vergonzosa que la militancia política y social). Alguna vez fue oculto y no dicho, alguna vez se salió al espacio público al grito de «la sexualidad es un derecho humano». Algunos, los valientes, hablaron en primera persona: «soy puto». Y finalmente, llegados los 90, el movimiento de diversidad cobró fuerza irreverente, garantía de democracia. Cristián Prieto, investigador y escritor lúdico, sexualiza, politiza, describe y proyecta personas con pronombres raramente usados y señala a todas las instituciones preñadas de maricas. (Contratapa de Fichados escrita por Alba Rueda.)
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